ARTISTAS

FEDERICO BENCINI

BREVE BIOGRAFIA

Federico Bencini –pintor contemporáneo– nace en Siena en 1972 y pasa los primeros treinta años de su vida en La Toscana, en el corazón de las colinas sienesas. Obtiene el título de bachillerato en el Instituto de Arte “Duccio di Boninsegna” (Siena), especializándose en pintura. Posteriormente se licencia en Bellas Artes, y se especializa en escenografía (Florencia 1995).

A partir de 1996 trabaja como restaurador y pintor en decoraciones de interiores, viajando a diferentes destinos y experimentando varias técnicas pictóricas aplicadas a distintas tipologías de materiales.

En 2005 fundó su primera galería de arte, conjuntamente con su socio y artista Raúl Pernia y expone en galerías, en ferias internacionales de diferentes continentes y tiene presencia en varias tiendas de design. A día de hoy, su trabajo artístico se reparte entre Italia, España, Asia, EEUU y el norte de Europa.

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MANIFIESTO
EL ARTE SEGÚN FEDERICO BENCINI

 

La producción artística se basa esencialmente en un acto creativo mediante el cual el sujeto (el artista) se vale de sus cualidades y facultades emocionales y espirituales, así como de las manuales e intelectuales, para «informar» la materia, esto es, para dar una forma y un mensaje a la sustancia.

El mensaje codificado por el artista está lejos de ser único o estático. Su arte, en continuo movimiento, puede variar de un periodo a otro, incluso de un momento a otro, y asumir al tiempo múltiples significados en función de los distintos espectadores (en particular, si procede de entornos históricos y socioculturales diferentes), aunque también en relación con la misma mirada, con el mismo individuo.

La obra de arte se evade así de su estado inerte de mera «cosa» y se revela sustancialmente polisémica. El mensaje situacional produce efectos directos e inmediatos en el comportamiento del espectador, emancipándose prepotentemente de su estado de «objeto» neutral e imponiéndose como dispositivo modificador de la mente de quien lo capta. Mediante la construcción de una dialéctica de mutua implicación y de comunicación entre artista, obra de arte y espectador, el «objeto» asume un papel social: no sólo es capaz de iluminar el contexto humano al que pertenece, sino también de tejer una trama de interacciones, delineando su propia «vida social» y su propia «biografía» (A. Appadurai).

El espectador «tradicional», como destinatario del mensaje y consumidor de la obra artística, tiende por lo general a desempeñar un papel puramente pasivo. Mi concepto de arte, en cambio, se propone romper con esta pasividad y transformar al espectador de consumidor a «actor».

Con la creación de cuadros pictóricos de distintos tamaños, que nacen del uso combinado de papel, hierro, cobre, latón, imán y madera, el artista pone al espectador en condiciones de poder «jugar» con distintos elementos móviles e intercambiables, como si fuesen peones, y de crear él mismo, a su vez, una obra de arte. La modularidad y la policromía integran y enriquecen la bidimensionalidad de la pintura y la tridimensionalidad propia de la escultura.

Mi pintura lleva los signos escondidos de un instinto “bárbaro”, de un pasado analizado y revivido de manera instintiva, obsesiva. Mis experiencias infantiles sedimentadas en el subconsciente remergen purificadas más allá de la línea de flotación del misticismo. Veo todos estos fragmentos de memoria dispersarse finalmente en el mundo, guardados, activados y revividos por nuevos espectadores/actores. A pesar de ello, estos fragmentos quedan conectados entre sí por un origen común, como filamentos de un tejido primordial energético. Del mismo modo, todos nosotros, distintos individuos, quedamos unidos inconscientemente en un tejido espiritual y social, unas partículas que aguardan reunirse como átomos de un viaje cósmico.

Valentino Gasparini

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